Recuerdo muy bien el día en que me casé, un día soleado muy agradable sin ninguna nube que pudiera estropear un día tan significativo para mi esposa y para mí, un día perfecto, al fin habíamos decidido casarnos y unir nuestras vidas en un largo viaje el cuál prometía ser placentero, lleno de felicidad, lleno de armonía sin la presencia de ningún tipo de problema, éramos dos jóvenes soñando con el Matrimonio perfecto, pues de cierta forma cada uno esperaba del Matrimonio esa hermosa frase al final de toda telenovela y cuento de hadas “y vivieron felices para siempre..”.

Los primeros meses de nuestro Matrimonio fueron excepcionales, disfrutábamos estar juntos en todo momento, era nuestra primera experiencia de vivir juntos en un hogar, pero como toda relación, la cercanía comenzó a revelar imperfecciones, la convivencia sacó a luz actitudes en ambos que no estaban incluidas en la frase que ya habíamos creído “y vivieron felices para siempre”. Un día mi esposa sale del baño, toma su ropa, se viste, se arregla y deja la toalla húmeda en la cama, y yo siendo un poco ordenado al ver lo que ocurría pregunto: “¿vas a dejar la toalla encima de la cama?”, su respuesta fue, “sí, después la llevaré al tendedero”, lo que no sabía es que ese “después lo hago”, tomaría más del tiempo que yo esperaba, en ese momento recordé lo que un día siendo novios me dijo “yo soy muy ordenada”, en ese momento sentí que no tenía lo que me habían prometido y creo que a ella le pasó lo mismo, yo le decía siendo novios, “soy un buen administrador del dinero”, pero en la realidad el dinero parecía agua en mis manos.

Creo que en este punto quizás muchos ya se han identificado, quizás para muchos la sorpresa resultó ser mayor, y viene a tu mente el pensamiento “esto no es lo que me prometieron”, ciertamente en la etapa del noviazgo reflejamos la mejor versión de cada uno, reflejamos las mejores cualidades y nos esforzamos por impresionar a esa persona que amamos, sin lugar a dudas exageramos muchas cosas, algo similar cuando vas a una tienda y aparece un entusiasta vendedor con el mejor ánimo y educación para atenderte, y al presentarte un producto comienza a describirte todas las características y bondades del producto con toda la amabilidad posible y quizás  salga de ti una pregunta: ¿y si me da problemas el producto?”, la respuesta del vendedor será: “nooooooooo, para nada, esto es lo mejor de lo mejor, es poco probable por no decirle nunca!!, el producto no le dará problemas”, la sorpresa es que al llegar a tu hogar lo que has comprado comienza a dar fallas, y dices «no tengo lo que me han prometido!!!».

Así son las expectativas en el Matrimonio y en todas nuestras relaciones en nuestro diario vivir, siempre esperamos lo mejor de las personas y no significa que no puedas esperar lo mejor de tu matrimonio, todo ser humano tiene derecho a esperar lo bueno de la vida, incluyendo el matrimonio. Sin embargo, nuestras expectativas matrimoniales deben ser en todo momento razonables.

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En las relaciones interpersonales, a mayor grado de intimidad o cercanía, mayor es el grado de frustración porque siempre esperaremos más de las personas más próximas a nosotros. Cuando tu vecino, o un compañero de trabajo, actúa “por debajo” de nuestras expectativas, es decir nos defrauda, simplemente vamos a esperar menos de esa persona en el futuro; o, simplemente nos distanciamos de ellas. No así cuando quien falla es el padre, la madre, el mejor amigo, o tu esposo o esposa.

A diferencia de las expectativas que tenemos alrededor de otras personas, las que traemos al matrimonio tienen la propiedad de ser más inflexibles. Esto significa que, aunque nuestro cónyuge nos desilusione, este hecho no nos hace bajar las expectativas, siempre estaremos esperando lo mejor y lo que una vez nos prometieron.

El problema con las expectativas es que muchas son producto de tu imaginación, simplemente has idealizado el Matrimonio, tu mente ha formado un Matrimonio perfecto y no existe el Matrimonio perfecto, lo que existe son dos imperfectos que pueden disfrutar perfectamente de su unión a pesar de reconocer que la misma es imperfecta.

Expectativas comunes dentro del Matrimonio

 

Quizás te resulte familiar:

“Yo espero que ahora que nos casamos, esté de acuerdo en todas las decisiones que tome”

O quizás:

“Ahora que estamos casados espero que, me conozca tan bien, que no necesite decirle qué es lo que quiero para que él o ella sepa”

o incluso:

“Ahora que estamos casados, yo espero que haga todas las cosas con el mismo cuidado que yo lo hago”

Estas expectativas además de no ser razonables, crean un equipaje emocional bastante pesado porque siempre vas a exigir que éstas sean cumplidas. ¿Cuán pesado puede ser su equipaje?, a continuación, veremos algunas de las expectativas más usuales dentro del Matrimonio:

Un Matrimonio Perfecto

No existe un Matrimonio perfecto, hay que tener claro que somos seres imperfectos, cuando nos casamos no elegimos a nuestra pareja en un bufet, escogiendo solamente lo agradable, nuestro cónyuge al igual que uno mismo tiene virtudes y defectos, debemos pedirle a Dios nos muestre qué aspectos debo cambiar yo para que mi forma de vivir contribuya al matrimonio, vivir en el Matrimonio procurando que tu cónyuge cambie según lo que has idealizado en tu mente es vivir neciamente, pero vivir en el matrimonio haciendo cambios en uno mismo es vivir sabiamente.

Un Matrimonio libre de Conflictos

Un Conflicto es el encuentro de dos opiniones diferentes, y les tengo una noticia, su cónyuge no piensa igual que usted, Dios nos ha hecho con mentalidades diferentes, todo matrimonio necesita cierta dosis de conflictos porque un conflicto bien abordado produce crecimiento y trae madurez y mayor intimidad a la relación.

Un Matrimonio donde la pasión nunca termine

Un matrimonio cuya base son las relaciones íntimas, ciertamente será difícil sostenerlo en el tiempo, si bien son importantes las relaciones sexuales en el matrimonio, estas no deben ser la base de tu relación, un matrimonio se sostiene en el tiempo por el amor incondicional, deben aprender a disfrutar de estar tiempos juntos, tener pláticas amenas, compartir momentos inolvidables, salir de viaje, soñar como Matrimonio.

Un Matrimonio donde él o ella nunca cambie

Ciertamente con el pasar del tiempo todos cambiamos, nuestro pensamiento y manera de ver las cosas se va renovando, esto no quiere decir que en el Matrimonio dejamos de enamorarnos, ó dejamos de dar detalles, al contrario, debemos de tener mayor cuido del Matrimonio siendo más diligente en el cuidado de la relación, a esto llamaríamos con un buen cambio en uno mismo.

Si las expectativas están perjudicando mi vida Matrimonial, ¿qué debo hacer?

El primer paso es, hacer una lista de todas aquellas cosas que imaginé tendría del Matrimonio, ya que muchas veces adjudicamos al Matrimonios propiedades que no tiene, por ejemplo, pensamos que el Matrimonio nos hace felices cuando lo correcto es, yo hago que mi matrimonio sea feliz, somos nosotros mismos los que damos forma a nuestra relación, lo que nuestro Matrimonio llegue a ser, será el producto del esfuerzo y dedicación que usted pueda dar a su relación, analicemos cada expectativa sin realmente son razonables o no.

¿Cuál es el desafío?

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El apóstol Pablo nos dice en la carta a los Romanos 12:2, que nuestra vida sea transformada por medio de la renovación de nuestra mente, significa que nuestra forma de pensar debe de transformarse y cuando nuestros pensamientos son renovamos en nuestro Matrimonio, podremos entonces reinventarnos, es decir dejar lo viejo y comenzar a caminar por algo nuevo, dejar atrás las expectativas que hasta este momento han robado la paz de tu Matrimonio.

Una vez que lo viejo muere, damos lugar al nacimiento de algo nuevo, damos lugar al nacimiento de una nueva unión, decida cambiar su forma de pensar, decida dejar de exigir algo que no es razonable, decida vivir un Matrimonio nuevo, casarse de nuevo con el mismo ser que un día prometieron amarse y respetarse y hacer de este camino, un viaje placentero para ambos.

Aunque se existan dificultades, tristezas y desalientos, no abriguen jamás ni usted ni su cónyuge el pensamiento de que su unión es un error o una decepción… Sigan teniendo entre ustedes ese mismo miramiento que se tenían al principio. Aliéntense uno a otro en las luchas de la vida. Procure cada uno favorecer la felicidad del otro. Haya entre ustedes amor mutuo y sopórtense uno a otro. Entonces el casamiento, en vez de ser la terminación del amor, será más bien su verdadero comienzo. 

Proverbios 24:3, dice que con Sabiduría se edifica la casa y con Inteligencia se llenan los cuarto, adquiere de Dios Sabiduría para edificar tu Matrimonio y no dejes que las expectativas puedan derrumbarlo.

El consejo más importante para tener un Matrimonio en armonía y vivir felices, es que Cristo Jesús sea el Centro de la familia. Con Él cada área podrá ir siendo restaurada, sólo debes invitarlo, creyendo en tú corazón y con humildad a que Él tome control de tú Matrimonio, realizando la siguiente oración: “Señor Jesús te necesito, me arrepiento de todos mis pecados, te acepto en este momento en mi corazón, te reconozco mi salvador personal y te pido inscribas mi nombre en el libro de la vida;  te pido que seas el Centro en mi corazón y mi familia, ordena mi Matrimonio, ayúdanos, sé que sólo contigo seremos verdaderamente felices, gracias Jesús, AMEN”.

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Dios, tú y tu cónyuge; porque cordón de 3 dobleces no se rompe fácilmente.

¡Somos Matrimonios Victoriosos! 

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