Esa pregunta me la hice varias veces a mí misma, era tan complicado hablar el mismo lenguaje, era como que yo hablaba en chino y él en francés, en pequeños detalles no lográbamos ponernos de acuerdo y sentíamos que nos lastimábamos cada vez que uno de los dos hablaba para expresarse.
Teníamos serios problemas de estilos conversacionales, frecuentemente esperábamos que el “otro” adivinara lo que pensábamos y de no ser así pues iniciaba una nueva a la discusión, y con la interrogante muy dentro del corazón: si nos amamos… ¿por qué no nos entendemos?
Realmente nada tiene que ver lo que podamos sentir el uno para el otro, con la capacidad de poder expresar correctamente nuestros puntos de vistas; el arte de saber comunicarnos no radica en cuánto podamos amarnos, sino en la capacidad de saber expresar tus puntos de vistas.
Podía notar que a la medida que pasaba el tiempo compartiendo mi vida al lado de él, las palabras y los gestos no concordaban, sentía una confusión cuando el decía ¿qué quieres? (lo escuchaba de una forma colaborativa) pero con aquel gesto de “ojalá no me pida nada porque me desincomodaría”.
Entonces me decía a mi misma: cuando sus palabras digan una cosa pero los gestos digan otra ¿qué creeré? O bien, ¿me centraré en sus palabras o en el tono? Realmente estaba muy confundida, hasta que encontré la respuesta al leer una porción de un libro escrito por Alberth Merhabian; quien planteó una fórmula de los impactos de la Comunicación, esa fórmula ponía en manifiesto que el cónyuge dará más importancia a los “elementos no verbales” que a las palabras.
Para ejemplificar un poco podría poner una frase que diga: ¿por qué vienes tarde del trabajo? El impacto de las “palabras” según su fórmula tiene un impacto del 7%, pero si a esa expresión le añadiéramos el “tono” tendría un impacto de 38% y completaríamos si a esa expresión le agregáramos el elemento de “expresión facial” añadiría un impacto del 55%, por lo tanto al momento de la conversación debemos tener más cuidado con: el tono y la expresión facial que de las palabras.
Entonces empecé a ponerle mayor atención a los elementos no verbales y el cambio fue notorio, yo debía de moderar no tanto mis palabras sino el tono y los gestos, y ¿saben qué sucedió? La comunicación en ambos empezó a fluir de una manera sana y productiva, logré inclusive entender que lo que no se dice también comunica algo.
En muchas ocasiones los malos entendidos crearon un mal sabor en nuestra relación, y entendí que somos diferentes: el varón se enfoca desde el ángulo de la competencia, y la mujer desde el ángulo de las relaciones; el varón valora la independencia, en cambio la mayoría de las mujeres valora más la interdependencia, por ejemplo para el varón el hecho de consultar el punto de vista de su esposa para tomar una decisión puede percibirse como una señal de debilidad, en cambio para una esposa el hecho de consultarle al esposo es señal de consulta porque su vida está ligada a él y quiere transmitir que le importa su punto de vista porque valora su contribución para la decisión.
Realmente llegas a vivir junto con tu cónyuge todos los estados emocionales que se corazón experimenta, y por ello se debe pedir a Dios sabiduría para sobrellevar cada situación y hacer la relación más fuerte.
El amor es una decisión de cada día, a pesar del desánimo que pueda producir cuando aún hay temas en los cuales se nos dificulte solucionar o ponernos de acuerdo, entender que Dios es el único que nos puede dar la solución siempre y cuando tengamos la humildad y disipe el orgullo, la disposición de abrir el corazón para amar y comprender que la riqueza de nuestra relación radica en nuestras propias diferencias sabiamente compartidas para abonar a la estabilidad de nuestro matrimonio.
Nunca dejemos de aprender el uno del otro, Dios nos ha diseñado para ser un equipo y Génesis 1:28 centra las bases en que el matrimonio es bendecido por DIOS.
Está leyendo un esposo o una esposa que es bendecido/a por Dios. Así que levántate porque Dios te ha llamado para que cumplas sus propósitos.
El consejo más importante para tener un Matrimonio en armonía y vivir felices, es que Cristo Jesús sea el Centro de la familia. Con Él cada área podrá ir siendo restaurada, sólo debes invitarlo, creyendo en tú corazón y con humildad a que Él tome control de tú Matrimonio, realizando la siguiente oración: “Señor Jesús te necesito, me arrepiento de todos mis pecados, te acepto en este momento en mi corazón, te reconozco mi salvador personal y te pido inscribas mi nombre en el libro de la vida; te pido que seas el Centro en mi corazón y mi familia, ordena mi Matrimonio, ayúdanos, sé que sólo contigo seremos verdaderamente felices, gracias Jesús, AMEN”.
Si te ha gustado comparte a través de tus redes sociales para que sea de bendición para otros matrimonios, y recuerda:
Dios, tú y tu cónyuge; porque cordón de 3 dobleces no se rompe fácilmente.
¡Somos Matrimonios Victoriosos!